domingo, 2 de septiembre de 2012

¿Participación para todos? Gracias, pero no, gracias


Estamos en la era de la información, de los “opinólogos”, de las redes, y esto trae como consecuencia un vértigo de personas con blogs de temas específicos, o de cualquier cosa, como éste. Producto de que tenemos a acceso a cualquier tipo de información, aunque solo seamos capaces de procesar la misma cantidad que procesábamos antes, queremos participar más en las decisiones que tienen que ver con nuestra vida, y en momentos de crisis más todavía.

En principio, estoy de acuerdo en que la gente se involucre y tenga criterio a la hora de filtrar las decisiones que tienen que ver con su vida, en lo que no estoy totalmente de acuerdo es en que todos debamos participar, al menos no sin responsabilidad.

Por ejemplo, en España hay un montón de gente que ganaba mil euros y pidió crédito para el carro, para un apartamento sobrevaluado, para un chalet, y para irse de vacaciones, teniendo dos niños que mantener. Entonces, resulta que ahora quieren crucificar a los bancos y a los políticos –con razón- pero no quieren asumir que ellos también se equivocaron y que era demasiado bueno para ser verdad. Por eso, yo no quisiera que ese tipo de personas tomen decisiones que repercutan en mi vida.

Si cambiamos de latitud, nos encontramos el caso venezolano, que consiste en mujeres que tienen cinco o seis hijos que no pueden mantener, uno de cada papá, que como buen irresponsable las abandona y va dejando una mujer embarazada en cada relación que tiene. Pues en estos casos, yo no creo que haya ninguna sabiduría popular escondida en estos padres y madres que viven sobreviviendo por malas decisiones tomadas, y por eso tampoco quiero que participen en nada que tenga que ver conmigo.

Podemos salir de los países subdesarrollados o casi, y darle un vistazo a los Estados Unidos, donde un montón de patriotas, militares y familiares de éstos, apoyaron una guerra basada en una mentira que los dejó arruinados, y terminaron eligiendo un presidente negro porque como era distinto iba a tener una varita mágica para solucionar todo el desastre rapidito. Entonces, esas personas que ven beneficios y creen que hay derecho a hacer la guerra, y que cuando las cosas salen mal acuden al mercadeo y al maquillaje, tampoco me gustaría que dirigieran mi vida.

Finalmente, creo que no importa el país, ni la raza, ni el idioma, porque la realidad es que no todos sabemos de todo, no todos tenemos criterio para evaluar todo, y que la sabiduría popular está sobrestimada, prueba de ello es que las mayorías se equivocan –que lo diga Alemania- y que los políticos deben hacer su trabajo y los ciudadanos deben ser responsables para asumir cuando se han equivocado. Participar no es hacer juicios en plaza pública para cortar cabezas cuando ya los daños son irremediables, participar debería ser pedir que la justicia funcione y que cuando se atenta contra la sociedad se tenga un castigo. Mientras solo se participe cuando nos perjudican a nosotros directamente, y no seamos capaces de reclamar cuando se atenta contra el vecino, porque no es nuestro problema, seguiremos teniendo lo que tenemos, y muchos saldrán beneficiados.

Sé que esta idea no es popular, que no se ganan elecciones diciendo la verdad, que es mejor masajear el ego de los votantes y decirles lo inteligentes que son cuando votan por nosotros, y lo terrible del engaño en el que han caído cuando votan por el adversario (aunque claro no es nunca culpa de los votantes). También sé que este blog no tiene trascendencia alguna, y menos mal, qué bueno que sea así, por si algún día me da por lanzarme a un cargo de elección popular.

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