Leo críticas sobre La Dama de
Hierro, la última película de Meryl Streep, que dicen que la actuación es
fabulosa, pero que la película no trasmite emocionalidad, y por lo tanto no
entretiene. Es cierto que la actuación es de gran nivel, y que las emociones
están reservadas al personaje del esposo de Margaret Thatcher. Para mí, que no
pertenezco a la crítica –gracias a Dios- la clave de la película está en la
escena entre Thatcher y el médico, cuando ella lo increpa y le dice que no le
pregunte cómo se siente porque eso no es real y no importa, que le pregunte por
sus ideas, por sus pensamientos.
Entre los pensamientos de la ex
Primer Ministra está la idea de que los Estados no deben hacerse cargo de la
gente, salvo en situaciones específicas, y que cada quien debe ser responsable
de sí mismo. Una idea obviamente impopular pero tan cierta como que llueve de
arriba hacia abajo.
La verdad es que si no se sabe
quién es Margaret Thatcher y lo significa para la historia del siglo XX es
mejor no ver la película, porque la película al igual que su protagonista es
dura e inconveniente, a veces para bien, a veces para mal.
Al Primer Ministro, Cameron, no
le gustó que apareciera Margaret Thatcher en el estado en que se encuentra actualmente,
es decir, demente senil. Lo que quiere decir que a Cameron le desagrada el
estado en que se encuentran gran parte de nuestros ancianos. Para Cameron es
mucho más fácil esconderlos y no pensar en para qué vivir más, para qué sirve
alagar la esperanza de vida si no se alarga la calidad de vida.
Hay otra reflexión brillante de
la Thatcher sobre las bases de la civilización occidental, afirma que Europa
basa sus creencias en su historia, y que los Estados Unidos se basan en su
filosofía y en lo que pueden llegar a ser. No duda en asegurar que Europa tiene
mucho que aprender de los norteamericanos.
Ignoraba Margaret que Europa, 20 años después, no habría aprendido nada,
y que por el contrario hay un gigante asiático que aprendió mucho y lo aprendió
bien.
Temo que lo que molestó a Cameron
fue no tener el valor de tomar decisiones impopulares pero necesarias, no tener
carácter como para que le hicieran una película años más tarde. Creo que no
debería ser tan duro con él mismo, llenar el puesto donde estuvo Churchill,
Thatcher o Blair no es fácil, porque derrotar a Hitler, gobernar durante la
guerra fría o pacificar Irlanda ya pasó, ya fue. Sería mejor dejar de darle la
razón a Margaret y empezar a construir lo que pueden ser. Claro para eso
también hacen falta un buen par de cojones.
Pues sí la película no es muy
emotiva, el personaje es puro carácter y pensamiento, pero yo agradezco y me
emociona que me hagan pensar.
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