martes, 6 de octubre de 2015

Misión Rescate: Scott lo hizo otra vez

Después de ver Misión Rescate (The Martian) quedas pensando cuántos tipos de película puede hacer Ridley Scott. El mismo director de Blade Runner, Thelma & Louise y Exodus, ahora se lanza a la moda de las películas acerca del espacio. Esta entrega es la película que todo actor quiere y teme a la vez. Matt Damon sale bien parado de este reto donde le toca actuar gran parte de la película solo.

Misión Rescate es una película predecible y de guión clásico, sin giros inesperados o nuevas formas de hacer cine. Sin embargo, eso no la hace una mala película, por el contrario el corte clásico de su factura le da una sensación de frescura y cotidianidad en la que un solo hombre abandonado en Marte luce de lo más normal.

Hay dos puntos clave en el desarrollo de la película: el uso del ingenio basado en la preparación científica para resolver problemas, y los resultados del trabajo en equipo cuando gente distinta rema en la misma dirección.



El estreno de Misión Rescate coincide con la difusión masiva del hallazgo de agua en Marte, y una congregación de opinadores que dicen que la humanidad irá, sin duda, hacia la conquista de otros planetas para garantizar la supervivencia. En este sentido, Hollywood parece enfocado en hacer una buena publicidad a los astronautas, mostrándolos como gente “cool” y divertida, que además sabe mucho, porque ser agente secreto es bueno, pero ser científico es lo máximo.

Por otra parte, hay un mensaje implícito en la película, que difiere de los mensajes que se transmitían hace años. Los americanos no son únicos e infalibles, necesitan de colaboradores como los chinos -en este caso- motivando así a todo público a unirse a esta conquista del espacio. En resumen, los costos hay que asumirlos entre todos.

Así como nunca me ha gustado el uso del cine para despertar la emocionalidad que justifica la guerra, celebro que se use para promocionar el estudio de la ciencia, y que por fin se muestre como ejemplo y patrón agradable a quienes estudian y se esfuerzan. Sobre todo en estos tiempos en los que se glorifica a Pablo Escobar, y a cuanto asesino masivo de niños de colegio aparece.



Ridley Scott es puro director, y está en un momento bárbaro en el que no siente ninguna presión por demostrar nada. Es una buena película, hecha sin pretensiones, y justamente por eso, logra una vez más una muy buena película. ¿Cambiará la historia del cine? No, pero tampoco lo pretendía. ¿Se quedará usted viéndola cada vez que la repitan en televisión? Sin duda, como tantas otras de Scott.

martes, 29 de septiembre de 2015

Everest: choque de fuerzas

En el mundo hay dos tipos de personas: los que han subido el Everest, y los que no; los que han logrado llegar a la cima, también se dividen en dos: los que han logrado regresar con vida, y los que no. Este es a grandes rasgos el argumento central de la recién estrenada película de Baltasar Kormákur.

La película está basada en la historia real de Rob Hall, un experimentado alpinista, que dirige una compañía que se encarga de guiar a grupos de escaladores a través de la montaña. No garantizan que llegarás a la cumbre, pero es lo más cercano a una asesoría en caso de que ya no sea seguro seguir, o las condiciones sean adversas.

Grupo de escaladores de Rob Hall

El grupo de clientes que acompaña a Hall en esta ocasión (1996) es bastante nutrido. Lo acompaña un hombre de negocios, un periodista, un trabajador común, una mujer que ya ha subido las seis cumbres más altas y aspira subir esta para completar el ciclo, y otros personajes que van tomando importancia más por su desempeño durante la escalada, que por su historia.

La cuidada propuesta del director es lo más parecido a la idea fundamental del cine: llevar al espectador a sitios que no puede ver, a vivir vidas que no puede vivir, a tener experiencias que no sabe ni que existen. En esta aventura, se pueden disfrutar las actuaciones al límite de Jason Clarke, Josh Brolin y Jake Gyllenhaal. El casting se suma a los aciertos de la película, así como sus diálogos y, el balance entre la acción y el trato humano a los personajes.

Las condiciones más adversas se pueden presentar

La película es inspiradora, trágica y real. Atraviesa momentos de tensión y alarma como cuando dos grupos se cruzan en lo alto de la montaña y se forma una congestión en medio de condiciones muy adversas. Todo el panorama con su desenlace, deja en el aire una pregunta sencilla -como casi todas las preguntas importantes- ¿Por qué quieren escalar el Everest? ¿Qué buscan? ¿Reconocimiento? ¿Gloria? ¿Evasión? Para algunos es una meta, para otros una obsesión por la que corren cualquier riesgo, afrontan cualquier adversidad con tal y pararse en la cima del mundo.

Lo más seguro es que cada persona tenga su propio Everest, su propia obsesión por la que sería capaz de todo, por la que se enfrentaría a cualquier cosa. La diferencia es que los personajes de esta historia saben cuál es su obsesión, saben que será muy duro, y que cualquier cosa puede pasar. Ellos saben que la única fuerza más poderosa que la voluntad es la naturaleza, esa es la apuesta, descubrir quién tendrá la última palabra.

La meta no es el final del camino, es la mitad

La majestuosidad de los paisajes es parte de la experiencia

martes, 22 de septiembre de 2015

Los peligros de que te defina el otro

Hace unos meses expresé mi preocupación debido a que tanto gobierno como oposición parecían desubicados ante la ausencia de Chávez. Incluso algunos parecían extrañarlo. Esto se debe a que durante los últimos quince años no hubo necesidad de tener un debate sobre las ideas políticas, la máxima idea política era estar a favor o en contra del gobierno chavista.

La desaparición de la figura que unía a cada grupo ha dejado con los pantalones abajo a mucho político sin partido (increíblemente los hay), y a mucho político sin ideas (lastimosamente también los hay). Durante los años de gobierno revolucionario, muchos decíamos que la oposición no decía cuál era su plan, en caso de ser gobierno, y que ese era parte del problema. Otra parte del problema era que no se acercaban a la gente, que eran absolutamente distantes. Sin embargo, los que gritan siempre más duro decían que no ganaban porque les hacían trampa, y claro eso era más fácil que corregir las estrategias que siempre los llevaron al despeñadero donde el gobierno quería que estuvieran.

La realidad de hoy en día, es más compleja y a la vez más sencilla. Del lado del partido de gobierno, hay al menos tres grupos fáciles de identificar, algunos como Giordani y Navarro se pronunciaron en contra del gobierno de Maduro, como si lo que Maduro recoge no fueran los frutos de la siembra del gobierno en el que ellos tenían los pies metidos hasta el cuello. Fueron dejados al margen. Los que no se pronuncian directamente, como Marea Socialista, están dados a la interpretación de la palabra de Chávez como si fuera un profeta, igual han quedado al margen. Por último está quienes hoy son gobierno, ellos tienen otra interpretación de la palabra del Comandante. Lo interpretan, lo usan, lo manipulan, y hacen lo que hagan falta con la imagen de Chávez, cabe destacar que a él no le hubiera desagradado este manejo, con tal y fuera garantía de mantener el poder.

Jorge Giordani

Nicmer Evans

Nicolás Maduro y Diosdado Cabello


Del lado de la oposición, hay un grupo que entendió que por la mala siempre perdía y que tienen que sudar y caminar para convencer a los desencantados. Hay un grupo que dice otra vez que no hay que votar (sí, como en 2005), que eso es complicidad, colaboracionismo y demás. Hay un grupo súper raro que está preocupado por el legado de Chávez, y que insólitamente también hace sus interpretaciones y sabe qué haría y qué no haría el Comandante en la situación que vivimos. Por último, están los que se mueven en todas las corrientes según les convenga, si son candidatos entonces son demócratas; si no son candidatos las elecciones no importan y es mejor la calle, y así van frenéticamente acelerando y frenando a la vez según dicten sus intereses.

Capriles y Falcón

Robert Alonso

Lilian Tintori quien representa políticamente a Leopoldo López

María Corina Machado


En conclusión, en ambos bandos hay una ensalada de posturas muy divertida. Solo hay un grupo en cada bando que tiene claras sus ideas políticas, y hacia donde se mueve el país, que es hacia la resolución de sus problemas, que son muchos. La claridad de la idea política da como consecuencia la postura política y la medida para solucionar el problema, y no al revés. Estar a favor o en contra de alguien, no te define ideológicamente.

El mayor problema de que te defina el oponente, es que pasado un tiempo te vas a terminar pareciendo mucho a él, porque tu formación no es un valor agregado sino un descarte. En ambos bandos sabemos lo que no son, sabemos que el PSUV no es capitalista, que no es imperialista, y vive en batalla. Del lado de la oposición, sabemos que no son chavistas, que no les gusta China, y poco más. Pero, ¿qué es cada lado? ¿En qué creen? ¿Hacia dónde llevarían el timón? Eso no lo tenemos nada claro.

En política se necesita oposición, no se puede jugar el juego político con un solo jugador, pero no se puede ser algo porque el otro no lo es. Uno es lo que cree. Lo mismo ocurre, con el electorado, no se vota solo para ganar, se vota para decir lo que uno es, lo que uno cree, y lo que a uno lo representa. Lógicamente, este problema de falta de definición no es solo de políticos, hay electores que no quieren votar y que hasta quieren salvar el voto. No entraré en detalles de porqué no aplica salvar el voto cuando el voto es universal, directo y secreto. 

No se es demócrata porque el otro también lo sea, se es demócrata porque se cree que la democracia es el mejor sistema que conocemos para vivir. No se es pacífico porque el otro sea pacífico, se es pacífico porque se tiene la seguridad de que con violencia no se consigue nada productivo, y que la paz se construye con el esfuerzo de todos. Hay que tener cuidado cuando competimos contra un oponente de bajo nivel moral, con artimañas que nos llevan a su fangoso terreno, porque sin darnos cuenta podemos terminar a su nivel o incluso viéndolo hacia arriba.

martes, 8 de septiembre de 2015

El juego es jugando

Colombia acudió a la OEA para solicitar una reunión extraordinaria de cancilleres con la finalidad de discutir el conflicto fronterizo que mantiene cerrada la frontera colombo-venezolana. Luego de la votación de los miembros de la organización, el resultado fue negativo, no obtuvieron la cantidad necesaria de votos para que fuera convocada la reunión.

La negativa de la OEA y el aplazamiento de UNASUR para discutir el mismo tema, dieron como resultado que la canciller colombiana María Ángela Holguín, se pronunciara poniendo en duda la asistencia a la próxima reunión de UNASUR. Por su parte, el presidente Juan Manuel Santos dio un discurso en el que se extrañaba de la falta de solidaridad latinoamericana, y hacía un llamado a la unión de la región y a la defensa de la democracia.

Holguín, Canciller colombiana

El comportamiento de dos países llama la atención en esta situación. Dos jugadores han cambiado de bando en un año y medio escaso. Santos clama al cielo y a la región por solidaridad, sin embargo, cuando en febrero del año pasado la oposición venezolana hizo lo mismo, él abogaba para que se resolviera con diálogo sin intervención externa. Cuando Capriles puso en duda los resultados de las elecciones de abril de 2013, Santos no dijo que toda la región debía obligar a Maduro a permitir la auditoria de las mesas y los cuadernos electorales. Es más, cuando Holguín vino a promover el diálogo entre ambas partes, no cuestionó el hecho de que UNASUR había prometido una auditoría que al final no cumplió. De hecho, cuando UNASUR no fue capaz de establecer las condiciones para que el diálogo se diera, Holguín no cuestionó a la organización, ni las decisiones de las que formó parte.

Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos

Por otro lado, un actor que sí hizo todo lo que Colombia no hizo el año pasado fue Panamá. Incluso le cedió su puesto a María Corina Machado para que expresara en la OEA la situación de violación de Derechos Humanos que sucedía en nuestro país. Sin embargo, esta vez se abstuvo de votar para discutir la solución de la crisis fronteriza. Es curioso el cambio del vecino país, un día es un gran defensor de la democracia de nuestro país, pero año y medio después no sabe si la OEA se debe involucrar en el conflicto.

Este cambio en la hoja de ruta en las relaciones internacionales de Panamá, me recuerda cuando el año pasado los reyes de las simpatías automáticas agradecían en las redes al vecino país por su ayuda. La ignorancia en cuanto a relaciones internacionales y diplomacia es tan grande, que esa gente pensaba que Panamá lo hacía por amistad y verdadera valoración de la democracia. Es trágico, pero la ingenuidad no es gratuita.

A día de hoy, no pecaremos de mal pensados quienes sospechemos que Panamá al no poder cobrarle la deuda a Venezuela, ha decidido actuar distinto, y no tocarle la cola al perro. No es pecado que Panamá haya visto como una oportunidad de negocio el cierre de la frontera colombo-venezolana, lo cual le traería beneficios en caso de poder estabilizar sus relaciones con Maduro, y le permitiría recuperar un mercado que en los últimos años ha mermado y era muy importante para ellos.

Jorge Miranda, ex canciller panameño, fue sustituido al día siguiente de su abstención

Entonces, algunos saldrán a darse golpes de pecho diciendo que nos traicionaron, pero la verdad es que cada quien busca, y debe buscar su beneficio, es natural y lógico. Otros satanizarán la política, como es su costumbre, dirán que es sucia, perversa, y que están decepcionados. La verdad es que la política es un juego de poder, y el error no está en moverse en torno a ello, el error es no hacerlo. El mayor error es vivir diciendo que Maduro está acabado, que no tiene margen de maniobra, que no juega el juego que le toca.

Venezuela y Colombia no son países hermanos, son países vecinos -que no es poco- y mientras no entendamos esto, y dejemos a un lado la cursilería de la hermandad de la región, no avanzaremos. Claro, la ética es un tema a tomar en cuenta en las relaciones de América Latina, la integridad no es un valor en la región en nuestros días, lejos queda el sueño de la América unida, pero si no fuera así no tendríamos razón de estar como estamos.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Lo que aprendí de papá




El pasado 14 de mayo, se cumplieron 60 años de la salida de mi papá del puerto de Vigo, hacia Caracas. Tenía 16 años, la ropa que tenía puesta, y un cambio de ropa más en una bolsa. Llegó al puerto de La Guaira sin nada, solo contaba con la ayuda de un vecino del pueblo, que se vino antes y ayudaba a venir a todo el que quería.

Supongo que el viaje en el barco no fue muy agradable, porque por más que le pregunté, nunca me dijo como era el barco, y ahora ya no es posible que me lo cuente. Lo que sí me contó fue como Venezuela abrió los brazos a los emigrantes, que como él, huían de la miseria y la pobreza de sus países. Me contó muchas veces cómo en su juventud recorrió decenas de veces por trabajo la ruta entre Caracas y Puerto Ordaz.

Mi papá nos enseñó tanto a mí como a mi hermana a ver fútbol, con la mayor naturalidad y sin añorar un hijo varón. Nos enseñó a ser aficionadas y no fanáticas del Real Madrid, porque decía que los fanáticos eran peligrosos. Nos enseñó a saber perder, y sobre todo a saber ganar con humildad. Nos preparó para ir a la universidad, tener una carrera y ganarnos las cosas con esfuerzo.

Él amaba los animales, me enseñó a montar a caballo, a cuidarlos y respetarlos. Cuando era niña, pasaba casi todos los fines de semana con él en la finca montando caballo y atendiéndolos en lo que hacía falta. Papá sentía un profundo desprecio por todo el que robaba, no soportaba la deshonestidad.

Antes de que el Alzheimer se llevara lo mejor de él, evaluamos la posibilidad de enviarlo a España, para que disfrutara de mejores cuidados de los que podía tener aquí. En ese momento, cuando se lo comuniqué me dijo que si era posible él prefería quedarse aquí, que cuando no tuviera la capacidad de razonar tomáramos la decisión que creyéramos más conveniente, pero que él quería morir en Venezuela porque era el mejor país del mundo.

Mi papá era chavista. Hoy recuerdo con gracia, que en una de las últimas citas con el neurólogo, le preguntaron si sabía quién era yo, y respondió que no, pero que era buena con él. El médico repitió la pregunta de si sabía mi nombre, y dijo que no; pero cuando le preguntó el nombre del Presidente, dijo clarito: Hugo Chávez Frías. La tolerancia, sin proponérselo fue de las mejores cosas que me enseñó.

Antes de que su mente se nublara del todo, en los primeros años de gobierno del difunto presidente Chávez,  había peleas en la familia porque él era el único con esa tendencia política. Las reuniones se convirtieron en una batalla campal, hasta que mi mamá con su enorme sabiduría y don para la conciliación, prohibió hablar de política en la mesa. Durante muchos años no lo comprendí, pensaba que mi papá le tenía pánico a mi mamá y no se atrevía a contrariarla; sin embargo, ahora entiendo lo que mi mamá ya sabía entonces: cuando no hablamos de política seguimos siendo los mismos de siempre.