martes, 8 de abril de 2014

Sin ánimo de ofender

El derecho a protestar es claro y se defiende sobre todas las cosas. Lo que no me queda tan claro es para qué sirve cerrar una calle o una avenida durante semanas. No es ninguna novedad, todos nos hemos encontrado con una vía cerrada por una comunidad que protesta por falta de agua o por el asesinato de algún “camionetero” o “yisero”.


¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué creo que los segundos son más astutos aunque son tildados constantemente de ignorantes y manipulados? Bueno, si usted protesta por la falta de agua y cierra la calle, su protesta es atendida cuando la alcaldía se presenta y envía unos camiones de agua. Si usted está protestando por la muerte de alguien, su recompensa posible será que detengan a las personas que lo mataron, y algún ente gubernamental haga alguna donación para el sepelio. En todos esos casos, la comunidad no se encierra a sí misma, y no dura días cerrando la calle, porque es una protesta que busca llamar la atención sobre hechos puntuales que buscan “soluciones” rápidas.


Quienes defienden la tranca de calles y avenidas en el Este y algunas de las principales ciudades del país, argumentan que no han tenido mayores resultados porque falta que se masifique la forma de protesta, y las zonas populares se unan a los denominados trancazos. Bueno, sería interesante que se pusieran un par de días en los zapatos de quienes viven en zonas marginadas para que entendieran la imposibilidad de lo que esperan.

La zona popular o la población rural no puede participar en este tipo de protestas, ni encontrará espacios allí porque vive otra realidad, y no por el miedo o la manipulación que le atribuyen cuando hablan de ellos como si estuvieran hablando de ratoncitos de laboratorio. La mayoría de las personas que vive en zonas populares, cobra semanal, y cuando recibe su salario deben pagar la deuda que tienen desde el miércoles o antes, deben usar aproximadamente la mitad de su salario en transporte, y luego han de comprar comida para los próximos tres o cuatro días. Cuando usted le pide que resista, debería entender, que hace mucho que está resistiendo; cuando usted añora que cierre su calle o se una a dos semanas de protesta, usted debería pensar que le está pidiendo prácticamente que no coma y no alimente a sus hijos durante ese tiempo.

Sé que la sangre de prócer independentista que corre por sus venas hará que no cambie su opinión acerca de las trancas, y lo hará seguir esperando la adhesión de las zonas populares a la protesta; eso sí, deje de llamar indiferente a quien no opina o no actúa como usted, sería un buen paso para no parecerse tanto a lo que crítica y combate.

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