En estos días en los que Volver al futuro está en los temas de conversación de los cinéticos porque es el día en que Marty Mcfly viajaría al futuro, el director Robert Zemeckis regresa a las carteleras con la historia de Philippe Petit, En la cuerda floja (The Walk). Petit es un chico francés obsesionado con el equilibrismo y las alturas.
La recreación de escenarios es fantástica |
La pasión de Petit y la formalidad de su padre no hacen una buena combinación, lo que hace que su padre lo bote de la casa. Va a parar a un circo, donde un maestro equilibrista (Ben Kingsley) lo entrena y enseña su oficio como a un hijo. Philippe tiene una meta: caminar en una cuerda entre los extremos de ambas torres del World Trade Center -aún en construcción-. Para esta osadía cuenta con un grupo de cómplices que va reclutando en el camino.
La película describe con detalle y una fotografía preciosa la travesía de Philippe y su combo, la recreación del World Trade Center es excelente; así como el grado de detalles de la instalación de la cuerda y la preparación del protagonista. Sin embargo, el detallismo de la parte técnica no sustituye la falta de rigor del autor para profundizar en el personaje. El recurso del protagonista contando su propia historia desde lo alto de la Estatua de la libertad, en ocasiones se hace tedioso, sobre todo porque no suele aportar cosas sustanciales en esas intervenciones.
Solo los momentos de tensión en los que Petit está a punto de no lograr su meta delimitan un poco su carácter, con ciertas aristas de terquedad y empecinamiento. La preparación física y el esfuerzo técnico del actor Joseph Gordon-Levitt es notable, es un intérprete sin ego ni encasillamiento. La falta de profundidad de su personaje no es su responsabilidad, es más un problema de guión.
Solo una gran pasión puede lograr esto |
La película comienza con el personaje principal diciendo que todo el mundo le pregunta por qué, no está mal que no lo responda con palabras o con frases directas, lo que no es del todo acertado es que la historia no responda al motivo de esta pasión. Sin embargo, Zemeckis logra a la perfección la tensión y el vértigo del momento. La última media hora de película es fascinante en cuanto a técnica y a manejo de las emociones, es lo más cerca que puede estar de hacer una hazaña épica.
Zemeckis ya demostró su valentía en películas como Volver al futuro, Náufrago o Contacto, en esta película vuelve a mostrar su coraje al presentar el desaparecido World Trade Center en todo su esplendor y majestuosidad, dos aspectos que detonaron la pasión de quienes las construyeron, de quien las amó y cruzó su vacío, y de quién las destruyó.
Petit ante su mayor desafío |
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