Caracas se ha transformado en una ciudad caótica, endurecida
y callosa que está muy lejos de ser la sucursal del cielo, como solía llamarse.
Todavía guarda algo de su antigua lozanía, aunque con ojeras y despeinada. A
pesar de no ser una ciudad de gran extensión, la dinámica actual de sus
habitantes es bastante atomizada, las personas se desplazan poco, y algunos
hasta desconocen el centro de la ciudad o sus lugares históricos.

El restaurant es una propuesta completa de comida, estilo y
servicio. Los chefs Patricia Oliveira y Christian Briceño, conjugan platos de
la gastronomía internacional con sabores criollos que se traducen en una comida
sincera y sin pretensiones. Los gnocchi de plátano en fondue de quesos criollos
y tomate confit, el tiradito de cazón o los tortelonis de asado negro con
tomates cherry son algunos ejemplos del concepto gastronómico del lugar.
El concepto se complementa con la vestimenta de los mesoneros que recuerdan la Caracas de antaño, y la vista a través de los ventanales que dan hacia la Plaza Bolívar. Se alcanza a ver la cima de la Catedral de Caracas y el Palacio de gobierno capitalino. Los precios son bastante aceptables y los productos de buena calidad.

En la actualidad, continúa prestando sus espacios para la innovación y la creatividad, esta vez en el área gastronómica a través del restaurant Rialto, que el próximo 11 de septiembre cumplirá un año de funciones continuadas, ofreciendo a los comensales una propuesta valiente y honesta.
Ya en la lista de "to do"
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