viernes, 26 de octubre de 2012

Día 2: City Tour – Museo de antropología


Estamos en México, como buenos venezolanos el día que llegamos nos fuimos a un centro comercial cerca del hotel y vimos lo que nos queríamos comprar, y que no hay en Venezuela. En nuestro segundo día nos levantamos a las 7 am porque nos vinieron a buscar a las 8:20 am. Nos subimos al autobús y estaba lleno de venezolanos, y no era el autobús del progreso, era el autobús del tour, o de Cadivi.

Sí, en México también hay indigentes
Primera conversación: el Swatch está baratísimo, si me alcanza el cupo me lo compro. A mí me aprobaron Sitme, pero solo la mitad, capaz hago otro viaje antes de fin de año para ver si me dan la otra mitad. Yo tengo un pana que se fue a Dubai, claro millonario, pero me dijo que es arrechísimo. Parece que si montas una empresa y le sacas cuenta afuera te dan dólares. Resultado: me cambié de puesto.

Comenzamos el recorrido por la gigantesca ciudad de México, y comenzó el guía a enumerar infinidad de monumentos a la Independencia, a la Revolución, a Chapultepec, plaza Garibaldi. También la lista de lugares pop como Televisa, TvAzteca, World Trade Center, y otras cosas más, que uno al final nunca recuerda.

Llegamos al museo de Antropología, y comenzó una propuesta grupal de aprovechar el día y salir del museo hacia Xochimilco. Obviamente, el museo no les interesaba de ninguna manera. Entramos al museo y el guía dice que solo nos dará tiempo de ver una sala por la magnitud del museo, la mayoría del grupo se alegra, porque a ellos eso de los museos no les va.

No dan un “mateo” fenomenal de la Sala Azteca, mientras dos niñas de nuestro grupo atropellan a todo el mundo. Una de las niñas tiene un PSP Vita, con el que le toma fotos a todo lo que le pasaba por delante, o a lo que ella le pasaba por delante. Parecía estar poseída por un espíritu japonés que la obligaba a hacer hacer cientos de clics por minuto en el dispositivo endemoniado. 

Evidentemente, fuimos las únicas cinco personas del autobús que no alteraron su cronograma, ni “aprovecharon” el tiempo para irse a Xochimilco. El resto del día descansamos hasta que nos fuimos a un restaurant a celebrar el cumpleaños de mi mamá con mariachis, como ella quería. Bueno, ella quería a Alejandro Fernández, pero hicimos lo que pudimos, y lograr que los mariachis fueran mexicanos y no colombianos como en Venezuela, fue bastante.

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