lunes, 27 de febrero de 2012

Al rescate del estilo


Cada vez que escucho alguna conversación política estúpida en la mesa de al lado, cada vez que me monto en un taxi de un analista político, cada vez que escucho un secreto de Estado en boca de alguien insípido de la clase media caraqueña me acuerdo de Buenos Aires. Me acuerdo de aquel pequeño café donde almorcé con mi mamá mientras dos señores discutían quién había sido más trascendental, si los Beatles o los Rolling Stone.

El señor uno decía que los Beatles habían roto las fronteras de la música y de la técnica, que había un antes y un después. El señor dos decía que los Rolling habían sido revolucionarios, que se habían atrevido a fusionar, a mezclar ritmos como el blues. El señor uno replicaba que Lenon había tenido otro nivel. El señor dos respondía que los Beatles eran unos niños cursis, casi unos boludos, en cambio los Rolling venían de abajo, de la realidad de la calle. Bueno, pues ese contrapunteo siguió un buen rato, hasta que ambos concluyeron que lo mejor de la música siempre empezó en Gran Bretaña, y pidieron otro café.


Por esos días iba a ser el primer partido de Maradona como entrenador de la selección, todo estaba bastante mal y el tema no tardó en llegar a la mesa de al lado. El señor uno decía que desde los noventa la federación había hecho mierda el fútbol argentino, y que la iban a terminar de cagar con Maradona de entrenador. El señor dos decía que Diego era puro fútbol que había que darle una oportunidad, que nadie había amado esa remera como “el diez”. El señor uno decía que era un pésimo ejemplo dejar que Maradona fuera entrenador, que si los chicos por fin hacían algo bueno siempre iba a quedar opacado, por las cosas buenas o por las malas de este personaje nacional. El señor decía que habían sido cosas de juventud, que eso no quitaba las grandes alegrías que Diego le había dado a la Argentina, que había que olvidar un poco.

No sé si llegaron a alguna conclusión, no sé si coincidieron en algo, porque terminé de comer y me fui. Me subí a un taxi, y el taxista escuchaba Rolling Stone. La verdad es que Buenos Aires no es el paraíso de lo correcto, tienen políticos ladrones, hay corrupción rampante, y al final discuten y analizan lo mismo que nosotros, y arreglan problemas que no pueden arreglar ellos, pero hay que reconocer que tienen mucho estilo. Por eso quiero tanto a Fito cuando dice “mis amigos han perdido de todo, pero nunca el estilo”.

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