jueves, 29 de septiembre de 2016

Este lo ganó Hillary, pero…

Los debates presidenciales de los Estados Unidos siempre generan interés, sin embargo el debate del pasado 26 de septiembre generó especial curiosidad tanto en el público norteamericano y como en el público extranjero. La razón principal son sus candidatos, quizás los peores candidatos desde hace bastante tiempo, pero también –irónicamente- los más interesantes.

La señora Clinton obtiene la candidatura con una cantidad de errores en su administración como Secretaria de Estado, que otros no hubieran podido sobrellevar. El señor Trump llega con una cantidad de demandas, evasiones tributarias e insultos a grupos minoritarios que a otros candidatos hubieran enterrado en el olvido. Sin embargo, allí están, Hillary llegó contra viento y marea, y contra Sanders; y Trump llegó contra los latinos y 16 aspirantes a la candidatura republicana, o quizás, gracias a 16 mediocres aspirantes que le hicieron el camino bastante sencillo.

El debate
El show del lunes 26 de septiembre fue entretenido, tuvo momentos intensos donde cada uno mostró sus cartas, aunque no todas porque lógicamente faltan dos debates. Si hubiéramos visto el debate sin sonido, el mero lenguaje corporal mostró a un Donald Trump excesivamente gestual para la televisión, que aunque se contuvo en lo verbal, no pudo evitar verse amarrado por un formato en el que no se sentía cómodo. En cambio Hillary, que suele desafinar por debajo, a la que le falta emocionalidad, incluso a veces humanidad, tuvo una puesta en escena perfecta: ropa adecuada, maquillaje y peinado perfecto, pocos gestos que la hacían lucir en control de la situación, y una sonrisa permanente ante cualquier ataque de Trump.

Clásico apretón de manos entre candidatos

El inicio del debate fue sobre economía, y Trump tuvo su momento estelar de la noche, posiblemente a Clinton le dijeron que lo dejara hablar para que se enredara solo, pero no se enredó, la idea de que se han ido trabajos de EEUU es poderosa y él la sabe usar. Además, Trump usó su propia experiencia como empresario para vender la idea de que el éxito que tiene como persona, será el que tenga el país con él como presidente. Hillary en esto no lo perdonó y le brincó al cuello diciéndole que su fortuna y éxito se debía en gran medida a un préstamo millonario que el padre de Trump le había dado en la década de los setenta. Esto hirió a Trump en su ego, que no es poca cosa, y se le vio descolocado. Fue un buen ataque de Hillary, pero tardío, en próximos debates no es una gran idea dejar a Trump lucirse tanto en lo relacionado a lo medular de su campaña.

En el tema racial ambos coincidieron en varias cosas, pero este tema siempre suele ser liviano en los debates, se dicen un montón de tópicos que no se llevan a la práctica y todos quedan bien. Cuando todo parecía estar en paz, Hillary le dijo a Donald que él había sido demandado por no alquilar inmuebles a afrodescendientes, y la explicación de Trump fue francamente confusa.

Cuando Trump fue atacado por no mostrar su declaración de impuestos, reaccionó y volvió al debate con una vuelta inteligente, sacó el tema de los correos electrónicos que Hillary borró como Secretaria de Estado, y salió airoso, fue una salida victoriosa que terminó con Clinton asumiendo su error y pidiendo disculpas.

Ahora bien, cuando llegó la parte de política exterior Trump recibió una paliza, estuvo callado durante largos períodos, pero sospecho que no porque no tuviera algo que decir, porque callar a Trump no es cosa fácil, él siempre tiene algo que decir, sea coherente o no con el tema. Lo único que repetía era que ella era fundadora del Estado Islámico pero sin mucho más argumento. Extrañamente, desaprovechó la oportunidad de atacarla por el atentado a Bengasi en Libia, donde –según sus detractores- Clinton no estuvo muy audaz en su valoración del peligro que corría su embajador.

Me dio la impresión de que a Trump el debate se le hizo largo, que no estaba preparado para administrar su energía durante noventa minutos; al cumplirse la hora de debate empezó a lucir agotado, y acorde a su aspecto fueron sus argumentos. Esto derivó en que Clinton fuera más dueña del final del debate, tanto como él lo fue del principio, con el agravante de que Clinton sacó de la manga una estrategia que tal como hemos visto en los días sucesivos, estaba armada con antelación, con la ex Miss Universo, Alicia Machado, y Trump no lo vio venir, lucía confuso mientras ella recitaba su afrenta contra Machado cuando ésta engordó siendo reina de belleza.

La sorpresiva aparición de la noche

Clinton ganó el debate, pero no arrasó con Trump ni nada semejante. Algunas frases como: “También me preparé para ser Presidente” y llamarlo constantemente Donald, fueron recursos inteligentes. Las dudas sobre la salud de ella parecieran estar disipadas. Sin embargo, no creo que ganar el debate haya modificado la intención de voto, debido a que ambos se enfocaron a los convencidos de lado y lado.

Quedan dos debates, y sospecho que si éste fue entretenido, los que vienen van a serlo también, porque creo que Trump será más él, y atacará aspectos de la vida íntima de Clinton con más rudeza que lo mostrado hasta ahora. Por supuesto, rabo de paja tienen ambos, así que pareciera que en los próximos debates va a participar más gente que los dos candidatos.

Hillary con gran astucia terminó sacando a Bill Clinton del público y subiéndolo a la tarima, para avalarse en su experiencia y recuerdo. Trump por su parte, no quiso imitarla y quedó un poco incómodo en el medio del escenario. Sin embargo, sospecho que la referencia de Bill en la que hoy Hillary se respalda, en los próximos debates será un factor que la ponga en situaciones difíciles. Trump ha demostrado que aprende rápido, y si no despide a sus actuales asesores, puede llegar a algo mejor para el próximo debate. Le conviene a Hillary no cantar victoria todavía.

Los cónyuges de los candidatos


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