lunes, 3 de agosto de 2015

Mission Impossible: Rogue Nation



Primera secuencia de la película
                          




Si cuando te enteraste de que había una nueva entrega de la saga Misión Imposible, pensaste: “¿otra más? ¿Qué más pueden hacer?” Quienes están a cargo de la película sabían que algunos lo pensarían, así que decidieron centrar la trama en cuestionar la vigencia y necesidad de la IMF (Impossible Mission Force) para así justificar la existencia de la película y de su protagonista, Tom Cruise, casi 20 años después del estreno (1996) de la primera película.

Es una buena historia, con giros interesantes y toques de humor, que hilvanan las escenas de acción; no es raro que la historia tenga peso propio y que el guión platee la duda ante la utilidad de una organización de este tipo en la actualidad, y de paso la utilidad del personaje, puesto que su director y escritor, Christopher McQuarrie, se daba a conocer como escritor de The usual suspects, tan solo un año antes del estreno de la primera película de la serie.

Las escenas de acción son fantásticas, de alto nivel técnico y con alta demanda física para el protagonista. Christopher McQuarrie, logra una mezcla entre guión y técnica en la que consolida la idea de la ratificar la saga, y del mismo modo ratifica a Tom Cruise como Ethan Hunt, todavía el actor tiene credibilidad para el personaje. Por lo general, las películas de acción tienen todo reservado para una escena. No es el caso de Mission Impossible: Rogue Nation, esta entrega es lo más parecido a una lista de posibles escenas de acción en una película. Escena imposible que ninguna lógica puede explicar. Listo. Escena de persecución en la vía pública. Listo. Persecución en autopista. Listo. Persiguen al protagonista. Listo. El protagonista persigue en motos de alta cilindrada. Listo. Lo persiguen los malos. Listo. Lo persiguen los buenos. Listo. El protagonista logra escenas que solo las condiciones mesiánicas del personaje pueden lograr. Listo. Y así tenemos el manual de una típica película de acción. Hasta un poco de diplomacia de Hollywood tiene, mostrando unos instantes de La Habana, Cuba, justo cuando empiezan a tener relación ambos países.

Lo que no es típico, y es donde se ve la mano del director y escritor, es en la banda sonora y en la fotografía. Las locaciones son bien tratadas por el director que le da un toque de modernidad a lo histórico, y de épica a lo moderno. La música es un punto aparte en la película, el director hace una defensa de la ópera y su poder, desarrollando de una forma muy lúdica una escena donde el protagonista pelea con dos francotiradores intentado evitar que disparen al Canciller austríaco. Todo esto sucede en las tramoyas del escenario del Viena State Opera, mientras los asistentes ven Turandot, la obra inconclusa de Puccini. Inconclusa como ha sido hasta el momento la captura del Sindicato, el enemigo que se ha vuelto una obsesión de Hunt, hasta tal punto que algunos de sus compañeros ha llegado a dudar la existencia de tal grupo.

En las películas de acción o de héroes, el villano es una buena parte de la película, puesto que en su definición también da forma al héroe. En este aspecto, el villano no está a la altura de otros elementos de la película. Al parecer, al director el pasado le juega en contra cuando muestra un villano metódico y estratégico, pero con ciertos rasgos que recuerdan a Keyser Soze, un gran villano, cuya grandeza se basaba en gran medida en que hasta el final no sabíamos quién era Keyser Soze, recurso con el que no cuenta Mission Impossible: Rogue Nation.

En fin, una buena película de acción que no se queda en lo meramente técnico, con un guión interesante, que ha sido renovada y que nos deja con la seguridad de que… este cuento no se ha acabado.

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