jueves, 18 de septiembre de 2014

Se busca comandante

Hacer política en Venezuela durante los últimos años ha sido sumamente sencillo. Chávez era un elemento unificador y facilitador en la toma de posición y en la definición ideológica de los participantes de nuestra política. Claramente el país político se dividía entre los que apoyaban el proyecto chavista y los que no; el mismo presidente así lo propiciaba, entonces, todo se volvía homogéneo de lado y lado, por eso Chávez era una suerte de eje nacional. Estabas a favor o estabas en contra.

Esta supuesta claridad ideológica escondía las diferencias en ambos lados; aunque también facilitaba el hecho de no tener que explicar en qué consistía realmente lo que se defendía (si es que se defendía algo). Del lado del gobierno bastaba con repetir cuatro frases hechas y cada vez que Chávez daba un giro al timón aplaudir y apoyar la decisión. Del lado de la oposición lo único que había que hacer era reaccionar contra todo lo que Chávez propusiera, unos de forma más iracunda que otros, unos más trastornados que otros.



¿Cómo llegamos hasta aquí?
El chavismo sufrió ciertas purgas y limpiezas, todas comandadas por el jefe, y se fue transformando hasta presentarse más radical y unificado en un partido que silenciaba a ciertas voces -que aceptaron ser silenciadas- porque el jefe así lo consideró correcto, para formar el Partido Socialista Unido de Venezuela.

La oposición dio tumbos, se equivocó una vez, dos veces, tres veces, y más. Trató de salir del chavismo por la mala muchas veces, convenció a su gente de salir a la calle para salir del gobierno, los convenció de no salir a la calle y hacer un paro nacional para salir del gobierno, los llevó a cacerolear, a tocar corneta, a cerrar calles y autopistas, a votar, a no votar, a volver a votar, a hacer bailoterapia, a hacer jornadas de oración, todo para sacar al gobierno. Después de tanto coñazo, por ahí en 2009 ó 2010, parecían haber aprendido, y se plantearon ser una mayoría electoral por medio de la MUD, como plataforma unitaria de partidos. Algunos vimos con temor esta iniciativa, por los pésimos recuerdos de la Coordinadora Democrática, la cual fue destruida desde adentro, pero mejor no nos metamos por ahí. 

Lo cierto es que todo parecía coherente por primera vez en años. El problema fue que Chávez se murió, y muchos pensaron que el gran problema se había resuelto, que era el momento de volver a las andadas. El razonamiento fue sencillo, Maduro no es Chávez, no tiene talento para ser caudillo-macho-hombre-arrecho-que-necesitamos, Capriles es un “guevón” que no quiso una matazón en abril de 2013 y prefirió irse por las instituciones que no le dieron ni la oportunidad de reclamar, así que ya no representa a nadie, porque quien lo hizo mal no fueron las instituciones sino Capriles. Entonces, los “duros” (para declarar) se encaminaron en la salida de Maduro, pero en verdad lo que querían era sacar a Aveledo y destruir el liderazgo de Capriles, porque tontos no son y les sobraba saber que Maduro no saldría con manifestaciones de calle y guarimbas. El resultado es que la MUD está agonizando, Maduro tiene más de 30% de popularidad, y la gente ha llegado a una nueva frustración que una vez más los dejó apáticos tras una nueva siembra de anti-política.

Del lado del gobierno, no todo son rosas tampoco, si vamos a abril de 2013, siete meses después de que Chávez pasara los 8 millones de votos, y con tan solo un mes fallecido, Maduro pierde un millón de votos. Quienes piensen que la gente vota porque le sale del corazón, y que no existen maquinarias de partidos detrás movilizándolos, pues pensarán que la gente dio la espalda a Maduro, pero en verdad quien dio la espalda fue un sector del partido, que no se movilizó con la diligencia que se movía para hacer ganar a Chávez. 

¿A dónde vamos?
Por el momento, da la impresión que todo pasa y nada pasa, por lo menos nada bueno. Por supuesto, Venezuela es un país fantástico porque uno puede hacer 10 posibles escenarios de lo que ocurrirá y lo más probable es que suceda un onceavo que no habíamos contemplado. Sin embargo, no es difícil prever que en ambos lados habrá divisiones políticas, tanto la MUD como el PSUV tendrán distintas alas, que se unirán solo para eventos electorales futuros. 

Ese escenario tendrá elementos positivos como que desde el oficialismo quien monte tienda aparte tendrá que explicar el porqué, y las razones serán malos manejos desde el poder, ya lo asoma la Marea Socialista. Del lado de la oposición, la cosa se pondrá divertida, porque algunos voceros que solo saben decir que quieren sacar al gobierno, tendrán que explicar qué harán y cuál es su plan para el día siguiente a la salida del gobierno, y sospecho que muchos quedarían mudos, y no tendrían ni idea de qué responder.

Por el momento, la cosa se está poniendo tan mala que se está poniendo buena, porque se están acabando los atajos, y quien no tenga nada en la bola, va a quedar en evidencia. Claro, quienes creen en los atajos seguirán su camino diciendo que el camino es la Constituyente, aunque no salgan a recoger ni una firma. Dirán que la calle es la solución porque en elecciones no se ha logrado nada, aunque con la calle tampoco. Al final del cuento, habrá que dialogar, establecer alianzas y ponerse de acuerdo, es decir, hacer política; aunque el Puma (toda una autoridad en la materia) diga que la solución está en manos de los militares, pero claro, desde Miami el Puma aún no se ha enterado que este gobierno es militar, y que anunció que la solución es un golpe de Estado, muy responsable de su parte. Un golpe es cualquier cosa menos una solución, al menos para quienes correríamos con las consecuencias.

Estamos en un momento de reajustes políticos, en ambos bandos hay quienes parecen extrañar mucho al presidente Chávez, otros parecen estar buscando otro comandante que les haga la vida más sencilla y los salve de tener que hacer el trabajo político que tanto les fastidia. En ambos lados, hay viudas y dolientes, que no quieren que la política cambie de blanco y negro a color, pero lo inevitable es inevitable, y estamos en tiempos de matices y de colores, y los que abarquen más colores serán los decisivos, aunque otros insistan en aquello de ellos-nosotros.

Aunque claro, como lo dije al principio lo más seguro, es que quién sabe.

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