lunes, 23 de junio de 2014

Todos podemos ser Walter White

Nota: este blog no es de actualidad, así que se escribe de Breaking Bad cuando todos hablan de Game of Thrones; este post es apto para quienes no hayan visto la serie.

Walter White era un buen tipo, con la vida normal y aburrida de cualquier persona de clase media norteamericana. Tenía el talento para ser más, para llegar más lejos, pero la suerte no lo acompañó. Sí, la suerte, ese elemento que es parte de la ecuación del éxito, aunque en nuestros polarizados análisis occidentales sea sobrevalorado o desestimado casi en igual proporción. En fin, Walter era un tipo bueno, con mala suerte. Sin embargo, a medida que transcurre la serie vemos al personaje degenerarse, menguar sus valores, se degrada a extremos inimaginables.

Jesse y Walter
 ¿Por qué? Si Walter era tan bueno, tan responsable, tan endeudado como cualquier otro. Hay varias aristas que juegan en esta partida que se sabe está perdida. Al principio, el detonante es un cáncer de pulmón que lo enfrenta al escenario de dejar su familia sin dinero, y sin futuro; esta situación le hace contemplar la posibilidad de no ser tan bueno, ni tan legal, ni tan moral, y usar su talento cocinando metanfetaminas, pero no cualquiera, la mejor metanfetamina del mercado, la más pura, la más codiciada.

Entonces, podemos sospechar que el protagonista de Breaking Bad había sido tan modoso y moral hasta el momento porque no había tenido oportunidad de no serlo, porque no había estado en una situación que se lo permitiera, pero sobre todo porque el cáncer era la coartada perfecta para no asumir las consecuencias que sus actos podían tener. La muerte significa no castigo, no consecuencia. Por eso, cada vez que alguien predica su supuesta moralidad y ética, solo puedo pensar que si es cierto lo que dice, lo más probable es que nunca haya estado en una situación límite.

Ahora bien, tampoco es cierto que la gente no sea capaz de mantenerse firme en sus valores y principios aún cuando no tenga consecuencias inmediatas, sí es posible, eso se llama integridad, eso es hacer lo correcto aunque nadie te esté viendo, aunque nadie lo descubra, lo que pasa es que eso no suele estar ligado a los caminos rápidos ni a los plazos cortos, que era lo que Walter necesitaba: inmediatez. La cercanía de la muerte puso el reloj a caminar hacia atrás. Por otra parte, si llevamos el caso a nuestras latitudes, uno de los mayores problemas de nuestra sociedad es que ser íntegro se traduce como ser pendejo, y claro en el reforzamiento social empieza o termina todo, según como se mire.

De vuelta a Breaking Bad, a medida que transcurre la serie, se van respondiendo unas preguntas, y comienzan a surgir otras. Si Walter ya consiguió lo que quería, tiene más dinero del que quería, ¿por qué sigue? Si se va a morir, él ya no necesita más, no lo va a poder disfrutar. La respuesta es más sencilla que la pregunta: ego. La verdad es que es endemoniadamente bueno en lo que hace, por primera vez es el mejor en algo, y se lo reconocen, y en medio de un ambiente sórdido, criminal y sin reglas encuentra el sentido a su vida, encuentra al verdadero Walter White, o por lo menos encuentra su yo de ese momento, porque cada situación delimita un personaje, y claramente al final de su vida Walter es más Heisenberg que White.

Así que cuando en una entrevista de trabajo le pregunten cómo se ve en cinco o diez años, dígale que sin saber en qué situación se encontrará usted no puede saber con claridad cómo se comportará. Contrario a todo lo que le han dicho hasta ahora, no esté tan seguro de sí mismo, porque algún día puede abrir los ojos usted en medio del fango y ver que se parece mucho a Walter.

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