Tengo que reconocer que el discurso de Cristina Fernández de Kirchner ayer en la Asamblea anual de la ONU me gustó. No tengo suficiente ingenuidad para creer que ella no hace uso de la doble moral que critica a otros, pero sí creo que dio en el clavo en algunas de sus reflexiones. Cuando Cristina se pregunta por qué ahora hay tanto apuro por el asesinato de mil personas en Siria con armas químicas, pero no hubo ninguna prisa los dos últimos años mientras morían 150.000 sirios, la clava de un salto y termina diciendo que ella no puede responder porque no vende armas, que respondan los que venden armas.
Muy bien por Cristina. Cuando dice que un presidente no puede decir que quiso hacer cosas para solucionar problemas y no pudo, porque no es una respuesta aceptable, y mucho menos cuando es el presidente de un país poderoso, también acierta. El único detalle es que ella era muy amiga de un señor que pasó más de diez años alimentando la idea de que no lo dejaban gobernar, que los que se oponían a él eran muy muy malos y que él, pobrecito, con geniales ideas no las había logrado implementar. Aunque claro está, Cristina tiene razón, a un presidente no lo obligan a ser presidente, y digo yo, que si no puede solucionar problemas y cumplir sus objetivos, como cualquier empleado debe poner su cargo a la orden.
Luego Cristina se distrae un poco y el ego no la deja no decirle a la asamblea que el Papa es argentino, y supongo que en un latigazo de cordura refrena las ganas de decirles que Messi también, pero vuelve al ruedo y dice que la ONU debe actuar, y que aún cuando no hubo resultados en los setenta frente a las dictaduras de Chile y Argentina, se acabe el doble estándar para “que las decisiones de ONU se cumplan a rajatabla para débiles y fuertes, grandes y pequeños”.
Ojalá la lucidez que ayer mostró en New York, la acompañen la próxima vez que se vaya a sacar una foto entre los hermanos Castro, y la aleje de la hipocresía que atacó mostrando su patrimonio y el origen del mismo. Como dicen por ahí, mejor comenzar por casa.
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